La noche estaba oscura y fría, pero en sus ojos giraban destellos que iluminaron todo. Se habían encontrado temprano y vieron cómo iba atardeciendo lentamente, mientras la luz cambiaba el color de los cerros que circundaban la ciudad.
-Te regalo seis horas esta noche -dijo él.
Lejos de todo y de todos, ella lo miró con dulzura y él musitó algunas palabras necesarias para encender la noche. Prendido en su cuello le dijo que le gustaba su perfume, y ella; que ella le gustaba mucho -dijo.
Ella no respondió pero pensó que todo esto era otra locura de su imaginación. Bebió directo de la botella como solía hacerlo en sus tiempos juveniles, y decidió encender otro cigarrillo. Tal vez él la miró preocupado, inquieto y bebió un trago. ¿De dónde aparecía esta mujer extraña refugiándose en su auto y entre sus brazos?
La noche se volvía más oscura y más fría. La música sonaba fuerte en el auto: su canción favorita de los años ochenta hacía vibrar los parlantes y a toda ella. Por eso, abrió la puerta del auto y se puso a bailar en medio de nada, y abriendo sus brazos levantó la cabeza al cielo como si agradeciera esa noche tan intensa.
-Seis horas es la eternidad -dijo agitada por el baile y la emoción.
Ella supo que había alcanzado a tocar la punta de una estrella.
-Te regalo seis horas esta noche -dijo él.
Lejos de todo y de todos, ella lo miró con dulzura y él musitó algunas palabras necesarias para encender la noche. Prendido en su cuello le dijo que le gustaba su perfume, y ella; que ella le gustaba mucho -dijo.
Ella no respondió pero pensó que todo esto era otra locura de su imaginación. Bebió directo de la botella como solía hacerlo en sus tiempos juveniles, y decidió encender otro cigarrillo. Tal vez él la miró preocupado, inquieto y bebió un trago. ¿De dónde aparecía esta mujer extraña refugiándose en su auto y entre sus brazos?
La noche se volvía más oscura y más fría. La música sonaba fuerte en el auto: su canción favorita de los años ochenta hacía vibrar los parlantes y a toda ella. Por eso, abrió la puerta del auto y se puso a bailar en medio de nada, y abriendo sus brazos levantó la cabeza al cielo como si agradeciera esa noche tan intensa.
-Seis horas es la eternidad -dijo agitada por el baile y la emoción.
Ella supo que había alcanzado a tocar la punta de una estrella.
1 comentario:
¡Qué lindo el cuento y las imágenes!
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