domingo, abril 11, 2010

Es abril en Córdoba

Gracias Colombine, por haber sido tan buen Cicerone en abril de 2009 y haberme guiado por una parte de la historia de su patria que tanto he querido.
 Fotografía: Fortunata

Es abril en Córdoba. Me lo recuerda Colombine, mi amigo poeta español. Entonces subo en la máquina del tiempo y emprendo el regreso al congreso de poetas. Me reciben los puentes, los árboles, la mezquita, los ríos y las estrellas. La poesía camina por las calles y el cielo es profundo y azul. A ratos llueve y hace frío, pero el sol siempre regresa.
Estoy ahí otra vez. Me emociona saber que podré conocer personalmente al Heraldo del Reyno de Lear que conducía el gran teatro del mundo y reencontrarme con la cuidadora de gansos que canta sus tristezas en las soledades del campo. Yo sabía que ese Reyno viajaba como una ruina en mi alma, y el recuerdo de Lear me llenaba de lágrimas a ratos.

Y vuelvo a tomar ese tren para encontrarme con mi amigo en Sevilla, una mañana de miércoles en esa estación donde amanecían las flores, el sol intenso. Primero buscar a Colombine o dejar que me encontrara para hacer juntos esas largas caminatas por las calles angostas donde aún permanecían restos de la semana santa que recién terminaba de pasar.
La historia volverá a repetirse en esta vida, lo sé, aunque seamos vagos fantasmas de nosotros mismos.