martes, diciembre 26, 2006

¿Qué se hicieron?


Gilbert Becaud, Nathalie.

(A Cartas y Carteras ha llegado una página de las Memorias de Alfonso X, el Sabio. Quiero compartirlo con ustedes, mis buenos amigos de La Red ciberespacial).

¿Qué se hicieron los símbolos de la década del 60? Nathalie, el café Pushkin, la Plaza Roja, la tumba de Lenin y esa canción de Gilbert Becaud que invitaba al amor y a la nostalgia? ¿Qué fue del orden de la Revolución, de la alabanza del amor y el rechazo de la guerra? ¿Qué fue de los ídolos de Woodstock, de Jimmy Hendrix, de los poemas de Cardenal y de las líneas de fuego, del rescate de las barricadas, en París, ese mayo del 68?
Era la dulzura extraña de un mundo que llamaba al cambio, acunado por la música de los Rolling Stones y de los Beatles, por las canciones de Dalida y la lectura de "Rayuela", por Sartre que sentía como deber alentar a la juventud, pero estos, con desmesura y desparpajo, lo rechazaban por viejo y por "latero".
Todos querían ser jóvenes, ideólogos y hombres de acción. ¿Qué fue de tanta belleza y juventud?
Mi hija Teresa me lo ha preguntado más de una vez, porque entonces ella sólo tenía quince años y leía a Neruda y a Vallejo. Y ahora, ella me trae la pregunta en forma de canciones, las de Ismael Serrano, un hombre que ha tomado el relevo de la Nueva Trova cubana, de Joan Manuel Serrat y de Sabina. Una de ellas, cuyo nombre es "Papá, cuéntame otra vez", pone todo en claro. La copio aquí, en este "Diario", sin ánimo juvenilista y nostálgico, dado que, para mayo del 68, yo me acercaba a los 40 y me irritaba el desparpajo anárquico de los hechos, la irresponsabilidad y los tanteos de un poder que pondría las cosas en su lugar –como dice todo joven-.
"Papá, cuéntame otra vez ese cuento tan bonito/ de gendarmes y fascistas y estudiantes con flequillo./ Y dulce guerrilla urbana de pantalones de campana y canciones de los Rollings y niñas en minifalda./ Papá, cuéntame otra vez, todo lo que os divertisteis,/ estropeando la vejez a oxidados dictadores y cómo cantaste "Al Vent", y ocupasteis la Sorbona/ en aquel mayo francés en los días de vino y rosas./ Papá, cuéntame otra vez, esa historia tan bonita, de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,/ y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,/ y cómo desde aquel día todo parece más feo./ Papá, cuéntame otra vez que tras tanta barricada, / y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,/ al final de la partida no pudisteis hacer nada,/ y bajo los adoquines no había arena de playa./ Fue muy dura la derrota, todo lo que se soñaba/ se pudrió en los rincones,/ se cubrió de telarañas y ya nadie canta "Al Vent",/ ya no hay locos, ya no hay parias, pero tiene que llover,/ aún sigue sucia la plaza./ Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint-Denis,/ qué lejos queda Jean-Paul Sartre,/ muy lejos aquel París,/ sin embargo a veces pienso que al final/ todo dio igual; los ostias siguen cayendo sobre quien habla de más./ Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad;/ ahora mueren en Bosnia, lo que morían en Vietnam,/ ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.../los que morían en Bosnia, ahora mueren en Bagdad,/ los que morían en Bosnia, ahora mueren en Bagdad".

La vida real ha dejado de ser una mascarada. ¡Adiós a todo eso!

Alfonso Calderón, "¿Qué distingue un día de otro?" (Diario, 2007) (Inédito)


Ismael Serrano, Papá, cuéntame otra vez.


Y para ilustrar mejor la atmósfera de lo aquí expuesto, me permito incorporar, a pedido del padre de Therese, estas músicas que he bajado especialmente para él.


(Imagen de la tumba de Dalida en Montmartre. Para saber más hacer click en las palabras ¿Qué se hicieron? y llegarán a un link que desarrolla el tema)

martes, diciembre 19, 2006

Coro de la Hermandad del Rocío de Huelva


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Un regalo maravilloso de Colombine.

viernes, diciembre 15, 2006

Cleopatra en Roma

Un regalo de Lila Magritte para Therese. Recuerdos de película para el fin de semana.

domingo, diciembre 10, 2006

ACTUALIDAD

Este poema fue escrito a principios de los años 80, cuando en Chile temblábamos los que nunca nos quisimos ir al exilio. Lo escribí por mí, por mis amigos, por mis muertos queridos, pensando que el futuro era imposible y que jamás estaríamos vivos para decir por fin, el dictador ha muerto.

Y como dice el refrán:
No hay plazo que no se cumpla
ni deuda que no se pague.

Pinochet ha muerto. Por fin ha el fantasma ha desaparecido para siempre. Ahora resta esperar que los juicios continúen, que se devuelva todo lo robado, y seguir pidiendo que alguien entregue la respuesta que todos buscamos: ¿Dónde están todos los muertos que faltan todavía?


ACTUALIDAD

Después ha ido cundiendo 1a espesura,
las malas artes superaron en verdad a la verdad
y andamos vistiéndonos de burla
que no vea la cara que reímos de su cara.
Tanto miedo es la única mordaza:
todo gira al compás del simulacro.

Se acumula la ceniza.
La camuflan de apariencia
y ya no saben qué hacer
con tantos muertos.
Se esconden todas las palabras;
que el viento en su costumbre no las pierda.

En la alquimia, confundido de la noche a la mañana,
un guerrero dicta leyes a destiempo
y vuelve a apagarse en la medida justa del engaño.
El monarca pide cuentas a la historia
y bebe a la salud de sus difuntos.

Quizás si en el silencio esté la solución.
Para qué dar vueltas a lo mismo.
Dejemos descansar a la pregunta
que no pueden venir tiempos peores.

miércoles, diciembre 06, 2006

LAURA

(Laura y Petrarca)

Fui a la casa de Colombine y encontré esta letra de una bella canción. La robé para mí, para dedicarla a la que fui, a la que soy, la que estoy siendo.
Espero que no te molestes, Colombine.


LAURA

Y hoy que puedo escribirte una canción
recuerdo cuando llegaste
con el misterio de los sencillos,
inquietos los ojos, el cuerpo altivo.
Con la sonrisa de tus dedos
llenaste mis acordes
con cada nota de tu nombre, Laura.

Me es muy difícil recordar
cuantos escenarios han vivido
nuestra angustia por el hoy,
nuestra alegría por el mañana...
En casa, entre tantos compañeros,
o en un triste exilio allende el mar
nunca ha faltado tu aliento, Laura.

Y si el azar te lleva lejos
que los dioses guarden tu camino,
que te acompañen los pájaros,
que te acaricien las estrellas.
Y en un rincón de esta voz
mientras pueda hacerla oír
siempre estará escondido tu sonido, Laura.

LLuis LLach

sábado, diciembre 02, 2006

Nativa
















(El sueño de H.Rousseau)

Nativa

Fui al mercado a comprar cadenas,
gruesas cadenas para ti, mi amor.

Jacques Prevert.

Cuando le dijeron Nativa ella sonrío. Una idea absurda atravesó fugazmente por su imaginación. Pensó en la furia de los volcanes justo antes de entrar en erupción. Él advirtió su gesto y no tuvo que adivinar, porque el pensamiento estuvo dándose vueltas entre la vegetación y quedó, por algunos segundos, enredado entre los mantos de Eva y los troncos con que habían fabricado su casa en un claro de luna, cerca del lago.

El brindó con ese que sería el cuerpo de sus delitos y cerró los ojos mientras la acariciaba bajo el agua. Con la urgencia de un deseo profundo quiso aprenderla de memoria como una lección pendiente, extraviado en la forma de sus piernas, fascinado con la suavidad de su piel transparente.

Ella lo besaba con desesperación para grabarlo en el archivo de su memoria. Nadaba en el humor acuoso de sus ojos tristes y le mordía los labios. Buscaba con sus manos todos los rincones de ese cuerpo que tanto amaba desde tiempos inmemoriales.

Entonces él entendió que ella era música que sonaba con dolor, con urgencia, con olor a nardos, con sabores desconocidos.

Bastó, nada más, un simple movimiento de placas subterráneas para que la alquimia estallara en una convulsión de embriaguez y lágrimas, donde ella fue una mujer perdida en los laberintos de un amor desconocido, y él, un hombre, mucho más que todo un hombre.