martes, marzo 30, 2010

Cumplo 55 y nací el 55

La Serena, febrero de 2010
Desperté a las 4.40 de la madrugada. Justo a la hora exacta de mi nacimiento en La Serena hace 55 años. Me extraña ver la hora. Me levanto y salgo a la terraza a fumar un par de cigarrillos. Miro al cielo como siempre buscando respuestas; me detengo con un ojo invisible a mirar la disposición de los astros que no puedo ver. ¿Hay alguien en esa bóveda? ¿Alguien me estará mirado?
Sola en la noche más negra aunque haya luna inmensa iluminando las sombras.
Cuando el reloj marque las 7:00 de la mañana, habrá una cosa cierta: no estará mi padre para decirme por teléfono con voz desconcertada: "Hija... otro cumpleaños: cuando yo cumplí 55 estaba"... etc., etc.

Ahora que mi padre es un puñado de cenizas me habla como el Fénix renacido y escucho su voz que pregunta ¿ya estamos desvelada otra vez? Entonces enmudezco ante el suceso insólito de su ausencia eterna y pienso en decirle loque siempre le dije: "Desvelada yo y desvelado usted". Ahora ese espacio suyo en el edificio de enfrente, ha quedado vacío para siempre de sus ecos. Y solo puedo decir: "papá, estar de cumpleñaos no es tan terrible". Y él habría dicho: "Cierto, hija, no es tan terrible... es peor. En todo caso, Feliz Cumpleaños". Y yo habría respondido mintiendo que me encantan los cumpleaños y que no me traspase su desazón, porque a mí sí que me gusta la vida y creo que la tierra es un buen sitio para estar de paso, aunque no sea seguro, y que este febrero haya terremoteado sus ciudades del sur donde él vivió y las que tanto amaba.
Pero él y yo sabemos que en todo eso, ambos estábamos mintiendo.
Feliz Cumpleaños, Hija del celeste Imperio.
Feliz Eternidad, Padre Sol. La batalla por los años continúa acá abajo.