sábado, abril 25, 2009

El conquistador español

Ella estaba sentada en la terraza de su hotel desde hacía media hora esperando con su copa de vino blanco y los cigarrillos al alcance de la mano. Empezaba a lloviznar. Atardecía. Ella se abrigó con su tapado de piel blanca.
Entonces él apareció, la miró, le pareció reconocerla, pero no tenía certeza, sin embargo ella no le quitó los ojos y se levantó para abrazarlo como si de verdad se conocieran desde siempre y este solo fuese uno más de tantos encuentros.
Caminaron abrazados por la historia, atravesaron el Puente Romano y el Guadalquivir, anduvieron por las angostas callejuelas mientras llovía intensamente y el intentaba taparla con su chaqueta para que no se mojara tanto.
Él la llevó a su hotel y se secaron el pelo, la cara, la ropa. Entonces se miraron y se abrazaron como dos niños perdidos en el mundo.
—Quisiera escuchar música— dijo ella, a Lou Reed que tanto le gustaba. A él ya no le gustaba Lou Reed, sin embargo le dijo que sí, que escucharía Perfect day siempre a su lado.
El amor estaba a la vuelta de la esquina. Y se amaron la noche entera y fumaron y bebieron y se mordieron de alegría por el milagro de dos almas y dos cuerpos que se encuentran alguna vez después de muchas vidas.
Fue un día perfecto

3 comentarios:

Anónimo dijo...

de los mejores días de nuestra vida, conquistadora, thérèse

¿soy el único que escribe bien tu nombre?

un beso

Thérèse Bovary dijo...

Así es ¿y te gustó la fotografía? Muy divertido, en verdad.

un beso y un abrazo desde el fin del mundo.
T

mentecato dijo...

España de mis amores...¡olé!