jueves, febrero 04, 2010

Cementerio de Coquimbo 4 de febrero de 2010

Hoy estuve en el funeral de Susana Moya en el Cementerio de Coquimbo. Al llegar a la Casa de la Cultura de La Serena, Marcela Reyes, mi amiga poeta, me informó de la repentina muerte de Susana. Me invadió una tristeza enorme al constatar cómo Chile ha tratado a sus poetas.
Ella no se merecía un final como éste, desencantada y casi en la inopia. Chile le debe mucho a sus poetas. Sin embargo, a los gobiernos de la Concertación le hemos importado harto poco. Han sido más relevantes los saltimbanquis y tragafuegos, las muñecas absurdas que duermen mientras miles de santiaguinos más absurdos aún, esperan a que despierte; hay gigantes y cosas muy estúpidas que movilizan con pan y circo, porque a estos gobiernos, tal como al de Pinochet, no les interesó jamás que existieran los hombres y las mujeres de palabra, de la palabra en la palabra, con ella y desde ella para decir el mundo poética y críticamente, que es la única manera que es posible de decirlo y habitarlo.
Es una deuda histórica la que tiene este país con sus escritores. Y ya es hora de ponerse firmes y defender lo que nos corresponde porque un país sin poetas no es más que una tierra baldía.
Hasta pronto, Susana Moya, ya nos veremos donde quiera que se trate bien a los poetas, es decir con dignidad y con respeto a este trabajo que hacemos desde la sombra.

1 comentario:

mentecato dijo...

¡Ay! Mi querida Teresa. Recorro tu blog como si fuera un planeta encantado. Tantos magos de la palabra que se van como estrellas extinguidas.

Y tú tan hermosa en la palabra.

Te corono para siempre con el resplandor del agua.