Se solicita a todos los ángeles de la poesía
que rodeen la cama fatal de Mauricio Barrientos
y lo acaricien con su aliento sagrado.
Vayan, ángeles, vuelen,
recojan la sangre dispersa
y alimenten otra vez sus venas.
Que vengan los ángeles de todos los poetas
y si nada pueden contra el designio divino,
tomen delicadamente al poeta, porque sufre
y está herido de muerte por la vida
y póngalo a los pies del Señor
que no hace preguntas y perdona.
¡Ángeles! corran, vuelen al domicilio de paso
Hospital Salvador de Santiago de Chile.
¡Dios Te Salve, Mimicho!
3 comentarios:
verdaderamente nuestro amor de poetas es tan poderoso como el de los ángeles de dios
bs
Es cierto.
Gracias por este poema/oración al borde de la esperanza y el desasosiego.
Saludos...
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